Thomas Sipp

Imagenes: documental Hôtel Humboldt, Thomas Sipp – ©Archipel – France 3, 1999

Imagenes: documental Hôtel Humboldt, Thomas Sipp – ©Archipel – France 3, 1999

Si hay algo que siempre me ha intrigado acerca del Hotel Humboldt es que una obra tan importante haya quedado dormida en el tope del Ávila por casi 61 años. Por supuesto que funcionó durante un tiempo, sin embargo no comprendo que haya pasado la mayor parte de su existencia como un fósil enterrado.

Una de las personas que se interesó en su existencia latente fue el director documentalista francés Thomas Sipp. Entre los años 1999 y 2000 se dedicó a realizar un documental llamado Hôtel Humboldt. Es un film basado en Francisco López Fernández (Paco) y su simbiosis con el hotel. Como Sipp muy acertadamente lo describe: “Cuando yo estaba filmando el documental entre los años 1999 y 2000, tenía la impresión de que filmando a Paco estaba filmando al hotel y viceversa, era como si el hotel se hubiese humanizado en la figura de Paco y él, con el paso del tiempo, se hubiese mineralizado en el hotel”.

En artículos anteriores he explicado que el personaje principal del libro “La piscina del Hotel Humboldt” está inspirado en Paco, quien fue la persona encargada de cuidar el hotel y mantenerlo en el mejor estado posible. Estoy seguro que con mayores recursos y apoyo esa magnifica obra habría permanecido en mejor estado durante todo el tiempo que se mantuvo aislada y escondida.

Thomas Sipp nació y creció en Colmar, Alsace, Francia. La mayor parte de su educación se llevó a cabo en París, lugar donde reside desde hace muchos años.

Desde muy joven desarrolló un especial interés por la literatura, aunque su pasión siempre fue el cine. Su interés por el cine documental despertó cuando conoció el trabajo de Agnès Varda y Alain Cavalier, la artista inglesa Tacita Dean fue de gran influencia también. Todos ellos apuntaban hacia una tendencia en la filmación que se centraba en la atmósfera y los sentimientos de lo que se filma, de una manera simple y directa.

Sipp tenía un amigo cercano, el poeta e historiador de arte venezolano Luis Pérez Oramas, quien en 1995 decidió regresar a Venezuela después de culminar su doctorado en París donde residió durante muchos años. Al año siguiente Luis invitó a Sipp a Caracas. Luis lo llevo a conocer la ciudad y parte del país. En uno de sus recorridos subieron al hotel Humboldt en un vehículo 4X4. Luis le había hablado mucho sobre el hotel, Sipp tenía grandes expectativas de conocer este ícono tan importante para los habitantes de Caracas.

Su primer contacto con el Humboldt no fue el mejor, el estado de abandono de la estructura y su tamaño no lo impresionaron. Sin embargo las hermosas vistas desde Galipán, el olor de las flores, el mar a lo lejos en contacto con la montaña si lograron una impresión mucho más profunda.

Un año después Luis regresó de visita a París y le comentó sobre una investigación que estaba realizando para un libro acerca de los íconos modernistas diseminados por la ciudad de Caracas, que en su opinión, eran símbolos muy importantes del pasado reciente del país. Fue en ese momento en que le comentó acerca de la existencia de Francisco (Paco) López, el principal habitante del hotel, y de Osvaldo Vera, un gerente ocasional quien iba y venia. La extraordinaria narrativa de Luis logró despertar su imaginación y decidió escribir un proyecto fílmico acerca de la vida de estos dos personajes dentro del hotel, y su lucha por mantener el edificio en buen estado. Su primera idea sobre el título del proyecto fue “Contra Viento y Marea”. Aunque el primer borrador no fue el definitivo, él recuerda que el clima y los cambios de estaciones jugaban un rol importante. Durante la escritura siempre tuvo presente a Vladimir y Estragón, los dos personajes principales de la obra “Esperando a Godot” de Samuel Becket. También tuvo en mente algunas escenas de la extraordinaria película “El Resplandor” de Stanley Kubrik, la soledad del hotel evocaba cierta similitud con el Hotel Overlook y las circunstancias de Paco se asemejaban a las de Jack Torrence, en ese frío y solitario hotel ubicado en las montañas de Colorado. La escritura de este documental la recuerda como un sueño, algo muy cinematográfico, lleno de sonidos e imágenes muy fluidas.

Después de esperar varios meses a que la productora Archipel 33 concretara los fondos para financiar el proyecto, comenzó el rodaje antes de recibir el financiamiento, si esperaba más corría el riesgo de perder la esencia natural del hotel y de Paco, si se llevaba a cabo la privatización, como todo indicaba.

Durante esos meses de espera descubrió la novela “El Astillero” del escritor existencialista uruguayo Juan Carlos Onetti, esta novela tuvo una profunda influencia en la filmación del documental.

El rodaje se llevó a cabo en dos sesiones separadas por dos meses, cada una tuvo una duración aproximada de 2 semanas. La primera en marzo de 1998 y la segunda en mayo del mismo año. En marzo el equipo estaba formado por 3 personas, una mujer encargada de la cámara, un técnico de sonido y él. Cuando se llevó a cabo la segunda etapa de la filmación, en mayo, había una cuarta persona como asistente de producción.

Durante la primera etapa, se hospedaron en Galipán y tomaban un vehículo 4×4 todas las mañanas para llegar hasta el hotel. Durante la segunda etapa se hospedaron en el hotel.

Una semana antes del rodaje, durante la preparación, Sipp conoció a Paco. Los dos hombres se sentaron informalmente en el muro en la entrada. Cuando Sipp le explicó sobre el proyecto y el papel principal que él tendría en el documental, Paco muy humildemente respondió “Si eso puede ayudar al hotel”. Él era una persona sumamente reservada.

Sipp describe su encuentro con Paco de la siguiente manera:

“Paco era como una roca, impresionaba mucho el fuerte apego que tenía con el hotel, y cuán profundo era su compromiso para mantenerlo y cuidarlo; generaba un sentido de dignidad, como un Samurai después de la batalla en algún viejo film japonés.”

Además agrega:

“Hubo muchos momentos importantes durante el rodaje, sin embargo el más importante fue cuando rodamos la secuencia sobre el techo del edificio, cuando él se trepa a las antenas. Yo no sabía que sufría de vértigo hasta ese momento. Fue ahí que entendí la fragilidad de Paco, descubrí los peligros que afrontaba. Su soledad me impactó de una manera muy especial.”

“El recuerdo que más perdura en mi memoria después de tantos años fue durante el segundo rodaje, cuando comenzó a llover. En ese momento descubrí lo vulnerable que era el hotel, y comprendí que Paco había perdido la batalla desde el principio. Era como Sísifo, rodando su enorme roca hasta la cima una y otra vez.”

Thomas Sipp se enfocó en el espíritu mitológico del hotel y su relación con Paco. Sin embargo, siempre lo consideró como un ícono de la realidad venezolana del siglo pasado, más aún cuando se mantuvo desconectado de su tiempo y espacio debido a su aislamiento.

Muchas veces me he preguntado la razón por la cual un extranjero se interesa por cosas de nuestro país cuando nosotros teniéndolas a nuestro alcance no las vemos. Por qué no percibimos lo que otros si, por qué no vemos la importancia de lo que tenemos, mientras otros lo ven como un privilegio.

La respuesta es muy simple, en varias partes de la historia sobre el rodaje del documental, Sipp se califica como un “outsider”, y es bien interesante ese adjetivo. Él como outsider fue capaz de interesarse y conectarse con algo que nosotros no percibimos, lo damos por sentado y no nos parece extraordinario.

Para culminar hay un párrafo en el que Thomas Sipp describe su primer encuentro con el hotel y posteriormente habla de la transformación que percibió cuando se hospedó en él, este párrfo me parece extraordianrio y pienso que de alguna manera describe lo mismo que yo sentí cuando escribí el libro:

«Al principio, la primera vez que vi el hotel me sentí decepcionado, tenía grandes expectativas, sin embargo después de que  pasé algunos días viviendo en él desarrollé un fuerte lazo, exactamente como tú lo describes en tu libro, me sentí parte del hotel, lo sentí mi casa. Podría haber pasado ahí el resto de mi vida …»

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