Qué se siente al emigrar.
Cuando observé por primera vez una imagen de las esculturas del artista francés Bruno Catalano logré comprender lo que yo sentí al emigrar.
No todos tienen la misma experiencia. En mi caso, decidimos salir de Venezuela por el deterioro de las libertades y el futuro incierto que tendríamos en un panorama nada claro todavía.
El fin de semana previo a nuestro viaje fue muy triste, lleno de despedidas y de sentimientos que no sabría calificar ni describir, el vacío era inmenso. Cuando llegamos a nuestro destino, en vez de estar felices y jubilosos nos sentíamos derrotados. No en vano habíamos postergado nuestra decisión de emigrar hasta que ya no pudimos más.
De acuerdo con las leyes de la percepción o leyes de la Gestalt, enunciadas por esta corriente de la psicología moderna, cuando nuestro cerebro percibe una imagen la organiza de la mejor manera posible. En el caso de una figura incompleta, este la rellena imaginariamente para así generar la ilusión de una forma más cómoda de interpretar. De la misma manera, ese mecanismo de adaptación que tenemos todos los seres vivos, nos ha ayudado a completar nuestra nueva vida rellenando esos vacíos muy incómodos que nos dejó el salir de nuestro país. Completar esos vacíos no es un acto pasivo, que ocurre espontáneamente, sino una construcción diaria de un piso emocional estable en un ambiente totalmente ajeno y que para algunos hasta puede llegar a ser hostil.
Muchos califican el acto de emigrar como una cobardía, una derrota. Con asombro he escuchado criticas a los que nos fuimos, y hasta el colmo de decir que los que emigramos no tenemos derecho a opinar sobre lo que pasa en nuestro país. Sin embargo puedo decirles a todos ellos que es todo lo contrario. Al emigrar he tenido que sacar fuerzas de donde no sabía que tenía y he tenido que afrontar una nueva vida con la mejor actitud posible, sabiendo que no tengo país para volver.
Un amigo me preguntó: ¿Cuál fue tu propósito cuando decidiste escribir ese libro? Como ya lo dije en mi primer blog, fue honrar el trabajo honesto y decente de mis abuelos, quienes tuvieron que emigrar de su país y empezar de nuevo. Pero sobre todas las cosas quiero llevar un mensaje de esperanza, no importa cuáles sean tus circunstancias, siempre es posible renacer e reinventarte. Bien sea emigrando o no. Rellenar esos espacios vacíos siempre es posible, confiando que terminarás enriquecido a través de la experiencia que decidiste emprender con tanta valentía.